EL NIÑO DEL POZO
Hace mucho tiempo, cuenta la historia de un niño llamado Lucas. Lucas vivía
en Corrientes con su mamá Carolina, su papá
Matías y sus dos hermanos, los cuales llamaban Juan y Martín.
Un día la familia se tuvo que mudar a Tierra del Fuego por cuestiones
laborales. Lucas, Juan y Martin no estaban muy contentos por la noticia. No les
gustaba la idea de irse de Corrientes y no volver a ver a sus amigos y
familiares. Pero sus papas les dijeron que no iban a dejar de verlos, sino que
ya no los verían tan seguido.
Cuando llegaron a la casa donde iban a vivir, se asustaron mucho, porque
era una casa vieja y tenía muchas cosas rotas, era muy escalofriante.
Una noche Lucas, Juan y Martin miraban una película de terror mientras que
sus padres dormían. Los tres hermanos empezaron a escuchar ruidos de un niño
que gritaba -¡AYUDA!, ¡AYUDA!- los tres hermanos quedaron muy asustados, pero
de tan corajudos que eran, fueron hasta la puerta del sótano de donde venían
los gritos. Al lado de la puerta, había una alfombra, debajo de esa alfombra
había un pozo tapado con maderas viejas. Los chicos se dieron cuenta del pozo
porque Juan había pisado la alfombra y se escuchó ruido de madera estropeada.
Los chicos muy asustados, levantaron la alfombra y descubrieron la madera,
Juan y Martín se asustaron tanto que gritaron como niñitas peleándose por una
muñeca, Lucas les dijo que paren de gritar o sus papas se iban a despertar.
-No le tienen miedo a las películas de terror y ¿le tienen miedo a una
madera vieja?, jajajajaja – exclamó Lucas.
Los chicos avergonzados por lo que dijo su hermano, decidieron levantar la
madera. Cuando de repente se encontraron con un pozo sin fondo.
Lucas, Juan y Martin decidieron
tirar un muñeco allí, para descubrir que tan profundo era. Luego de un largo
rato esperando que el muñeco tocara el piso escucharon el ¡TASH! Y los tres
quedaron asustados. Cansados de esperar señales, Lucas dijo:- hagamos algo, vamos
a dormir y mañana ni bien nos levantemos, volvemos a observar. Ok? –Si dale
estamos cansadísimos, dijo Martín.
Cuando los niños se despertaron, fueron corriendo a contarles a sus papas
lo que paso la noche anterior. El padre dijo:- chicos después iremos a
investigar, pero solo debe ser un aparato, no pasa nada. Los tres hermanos se
miraron y fueron corriendo al supuesto pozo. El papá también se sumó.
Matías por ser el mayor bajó al pozo y no encontró nada. Cuando éste subió
a la casa, los chicos preguntaron: - ¿y? ¿Qué encontraste? – El papá contesta –
¡nada, no encontré nada!
Por la noche los niños, se quedaron jugando a los dados y volvieron a
escuchar la voz que pedía ayuda. Los tres decidieron bajar al pozo y descubrir
que había allí. Colgaron una soga en la tapa de madera, la ataron con
veinticinco nudos y empezaron a bajar.
Cuando estaban por llegar al fondo del pozo, la soga se cortó, los chicos
gritaban desesperadamente, pero nadie los fue ayudar. Más tranquilos comenzaron
a buscar dentro del pozo y no encontraron nada, hasta que Martín encontró una
puerta (ya sé que se preguntarán -¿una puerta en el pozo?, ¿Qué tipo de cuento
es este?) lo primero que hizo fue abrir la puerta, se encontró con una
habitación, al entrar allí apareció una sombra, Martín desapareció. Los dos hermanos lo buscaron y
no lo encontraron hasta que empezaron a gritar y gritar fuertemente.
Los padres sacaron del pozo a los dos hermanos, se dieron un fuerte abrazo,
luego preguntaron -¿y Martín?, Lucas respondió – no lo encontramos una sombra
se lo llevó.
Desde aquella noche Carolina, Matías, Lucas y Juan siguieron sus vidas sin
Martín.
Autora: ALEXIA ABOTT BLATTER
5º grato T.M